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jueves, 2 de febrero de 2012

Lo que hacemos y lo que decimos...

Últimamente observo (y cuando digo últimamente me refiero a toda mi vida) que muchas personas tendemos a predicar unos principios éticos que a la hora de la verdad solo aplicamos al resto, quedando nosotros impolutos ante nuestros propios ojos.

De un tiempo a esta parte, muchos ciudadanos hemos comenzado a tomar conciencia de la situación social en la que vivimos, no sólo en nuestro barrio, ciudad, país o continente, si no a nivel incluso global. Y ante estos hechos, incluso nos hemos atrevido a manifestar nuestras opiniones en las calles, como individuos y como masa social (con mayor o menor éxito, según a quien se le pregunte y por qué medios se informe).

Pero lo que pocos hacen es ser consecuentes con ellos mismos, con sus propios ideales. Mientras en las calles y en las conversaciones de bar exponemos críticas y exigencias a terceros (justificadas y legítimas, a mi parecer), en nuestro día a día contribuimos a mantener todo aquello que hemos rechazado y censurado anteriormente.

Si queremos cambiar el mundo (a mejor, claro), debemos empezar por hacerlo nosotros, en nuestra vida diaria, con nuestras compras (comercio justo, artículos regionales, ... a veces pagaremos un poco más, pero no contribuiremos a la explotación de trabajadores; no fomentes lo que no quieres sufrir...), con nuestro banco (no se puede culpar a determinados banqueros y después tener la cuenta en uno de esos bancos que juegan y especulan con nuestro dinero, vendiendo nuestra alma por la tele o la vajilla de turno que nos regalen, en vez de buscar alternativas como la banca ética, ojo, no confundir con banca cívica), y con nuestros vecinos (de casa, edificio, barriada, barrio, pueblo, ciudad, provincia, autonomía, país...).

Si queremos cambiar el mundo, no pidamos que cambien todos mientras nosotros seguimos con la misma actitud y comportamiento. Demos ejemplo. Empezemos a cambiar nosotros mismos... y como bien dice el refranero popular... no dejes para mañana, lo que puedes cambiar hoy.

2 comentarios:

  1. Una sociedad no puede cambiar si sus individuos no lo hacen porque la Sociedad no es nadie ni nada, solo es la suma de los individuos que la integran, y por ellos hay que empezar a cambiar el mundo.

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  2. "Curiosamente, la propaganda de la sociedad de consumo actual ha llegado a convencernos de que, llegado el caso, desechemos objetos que todavía son perfectamente útiles. Es decir, de que tomemos decisiones alineadas con nuestros caprichos y deseos, dejando en un segundo plano el sentido común, que es el que nos permite utilizar el dinero para saciar nuestras verdaderas necesidades humanas. La paradoja es que el deseo nos enchufa a una ficción construida sobre lo que no tenemos, impidiéndonos valorar y disfrutar lo que sí está a nuestro alcance."
    Ver:
    http://elpais.com/diario/2011/02/20/negocio/1298213248_850215.html

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