La wikipedia define la obsolescencia
programada como: “la determinación, la planificación o programación del fin
de la vida
útil de un producto o servicio de modo que -tras un período de
tiempo calculado de antemano, por el fabricante o por la empresa de servicios,
durante la fase de diseño de dicho producto o servicio- éste se torne obsoleto, no
funcional, inútil o inservible[…]El procedimiento suele ser el siguiente: uno
de los aparatos electrónicos de uso habitual falla. Cuando el dueño lo lleva a
reparar, en el servicio técnico le dicen que resulta más rentable comprar uno
nuevo que arreglarlo.”
Imagen de: coiim.es
|
Es decir, se trata del
sabotaje de los productos por parte del fabricante a fin de que al cabo de
cierto tiempo, por lo general los 2 años de garantía, deje de funcionar y se
tenga que comprar uno nuevo (véase
éste documental). Esto no sucede como consecuencia de la reducción de
costes, sino a pesar de ello. En muchas ocasiones el coste de fabricación de un producto saboteado es mayor. Citando
uno de los múltiples ejemplos tenemos el
caso de la impresora de baja calidad LaserWriter E de IBM y su gemela
LaserWriter de alta gama. Ambas son idénticas salvo que la más barata resulta
ser más costosa debido a que lleva un chip que la hace más lenta con el fin de
sabotearla.
Imagen de: kuyle.info
|
Existen tres tipos
principales de obsolescencia programada: 1) por moda (como la ropa cuando
se pasa de moda), 2) por fallo (cuando un monitor deja de funcionar), 3) por
utilidad (cuando un ordenador se vuelve antiguo). Cada tipo tiene su estrategia
particular pero el objetivo es el mismo, que compres antes de lo necesario.
Este es el motivo por el que una torre de ordenador tarda mucho más en
estropearse que un monitor. La torre es del tipo 3, es decir, la tendrás que
cambiar porque se habrá quedado antigua, de modo que el fabricante no tiene la
necesidad de sabotearla para que se estropee. En cambio, el monitor es del tipo
2, es decir, se precisa un sabotaje para que deje de funcionar y el consumidor
compre otro.
Imagen de: rtve.es
|
La obsolescencia
programada es un crimen contra la Humanidad y el planeta. Los recursos de
este planeta, que no solo nos pertenece a todos, sino a todas las generaciones
futuras, están siendo dilapidados absurdamente para producir bienes basura. Es
decir, se desvían los recursos de toda
la Humanidad hacia el vertedero, en vez de en cubrir sus necesidades. Muchas
empresas se proclaman las más feroces defensoras de las ideas nobles, éticas y
ecológicas cuando no son más que farsantes.
Apoyan estas ideas solo cuando les benefician económicamente (subiendo el
precio por ser ecológico) o ganando cuota de mercado (gracias a los
consumidores que engañan con su falsa luz) mientras que siguen generando productos saboteados con la obsolescencia programada.
Especialmente dañinos son los elementos
electrónicos porque se reemplazan con alta frecuencia y además contienen
componentes altamente contaminantes (como el plástico, el polipropileno, las
baterías de plomo,…) que pueden tardar en degradarse hasta 1.000 años.
¿Soluciones? Hay
varias y pueden llevarse a cabo simultáneamente. En la primera, el actor principal es el
consumidor. Comprando los productos más duraderos y de calidad, aunque sean
algo más caros, no solo es más barato a largo plazo, sino que estamos
penalizando a la obsolescencia programada. En la segunda el actor principal es
el Gobierno. Aumentando la duración de las garantías de productos durables o de
alto importe, las empresas se ven forzadas a aumentar la vida útil del producto,
aunque para ello tengan que aumentar algo el precio. Por último, un cambio en
el funcionamiento de las garantías de productos. Si se estropea un producto
dentro de garantía, ésta se vuelve a reiniciar como si fuese nuevo, evitando
así arreglos chapuceros para llegar por los pelos a cumplir con la garantía
(práctica muy extendida).
En definitiva, no propongo bajarnos del tren del “progreso”,
sino que deseo que tomemos un respiro, miremos y meditemos si hay algo mal, lo
arreglemos y lo pongamos en marcha con más fuerza que nunca hacia el desarrollo no solo económico, sino
humano y ecológico, y por ende, hacia una sociedad digna de ubicarse en el
siglo XXI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario