Cada día que pasa, está más claro a ojos de quien quiera ver, quién es quién, o mejor dicho, cuál es el problema real o al menos, la superficie del problema. Más bien esto último.
Y es que parte importante del problema no es sólo de quienes manejan los grandes capitales y sus títeres políticos y mediáticos, sino más bien, ¿qué es lo que hacen las víctimas, el 99,9 % de la población?
Hay quienes insisten que las primeras soluciones a adoptar, o el principio del fin directamente, pasaría por medidas tales como reformas de la ley electoral, más impuestos para grandes fortunas, más control de la economía, reformas del estado...pero, sin ánimo de ofender a nadie, todo eso no son más que cosas superficiales, parches a lo que ya hay, no soluciones reales.
Porque esa parte importante del problema que he mencionado antes no es el mal que nos hagan la minoría con capacidad de controlar a grandes rasgos lo que pueda ser de nuestras vidas (quien controla la economía controla el mundo, ya nos podemos engañar todo lo que queramos llenándonos la boca hablando de "estado de derecho", ciudadanismo, leyes electorales más proporcionales y demás); sino más bien la apatía de la inmensa mayoría.
Martin Luther King dijo algo así como que no le preocupaba tanto la gente mala, sino el silencio de los buenos; y ese SÍ es el primer problema que tenemos que afrontar. Tanto sus causas, como sus posibles soluciones. Y es lo más difícil que hay, en realidad, pues la apatía no es algo que se origine solo ni es una consecuencia lógica y natural, por mucho que quiera aparentar serlo, sino más bien algo provocado, pero, ¿por qué?
Nos pasamos la vida persiguiendo sueños, buscando un buen final, pero a la hora de hacerlo realidad en nuestras propias vidas, no todos lo consiguen. Pero principalmente, ¿por qué? Porque se cansan, ¿y eso? ¿porque no están tan capacitados como los que sí han conseguido sus metas?
Yo creo que no. Mejor dicho, estoy seguro de que no es así. No soy alguien que pueda presumir de una gran experiencia en su vida ni de saber más que muchos (y aunque así fuera, me sabría propio de prepotentes hacer algo así), pero algo sí sé, y es que lo que veo sucede por una razón, y que podría ser más, es una certeza que también tengo. Y esto es por algo muy simple: las palabras pueden decir mucho, pero por mucho que digan, si no van acompañadas del ejemplo, se quedan en nada. Esto último es un hecho constatable de la vida diaria de cualquiera, pero que muy pocos se atreven a constatarlo en los "grandes asuntos" como la política o la economía (y cuando hablo de política o economía, no hablo sólo de estados, parlamentos y capitalismo; también incluyo a la calle y alternativas de las que no se hablan por los canales oficiales y, no pocas veces, también por los "alternativos" donde podemos opinar todos).
Todos tenemos un increíble potencial, pero esperamos que todo se solucione bien así porque sí, depositamos nuestras esperanzas en "iluminados" (lo sean porque es su intención ir de mesías, o porque nosotros lo hayamos elevado a esa categoría; sean estos políticos, tertulianos, líderes religiosos...o el presidente de nuestra comunidad de vecinos) para solucionarnos la vida en vez de preguntarnos en primer lugar qué papel tenemos nosotros para que lo que nos ocurra, nos ocurra de tal manera. Y esto no es "porque la gente sea así", sino como dije, provocado.
¿Provocado por? Principalmente, por la propaganda. Se acusa mucho (y no sin falta de razón) de que la propaganda es cosa de partidos políticos, pero una idea puede ser transmitida de muchas formas. Ahí entran los grandes medios que, queramos reconocerlo o no, son parte activa de la vida de la inmensa mayoría, y su propaganda no sólo se lleva a cabo por los informativos, sino también a través de la publicidad y espacios de entretenimiento. El ocio y la industria que hay tras él, es un gran arma para el mantenimiento del status quo: hace que la mayoría se evada con facilidad y ni siquiera se moleste en pensar o buscar otra cosa a lo que se le ofrece.
Pero no contentos con eso, se quiere llegar a más para dominar no sólo a la mayoría, sino también para acallar a las voces críticas, y ahí entra el control de la cultura y la educación.
Pero de esto ya hablaré en mi próximo artículo.
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viernes, 9 de agosto de 2013
De la palabra a los hechos
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